domingo, 16 de enero de 2011

"Soumenlinna", de Javier Calvo. Reseña literaria de Antonio Guerrero

Soumenlinna

 Antonio Guerrero




En esta ocasión, ha sido otro libro el motivo de mi realización. Y digo realización porque cada vez que cae en mis manos uno de los ejemplos literarios de la generación nocilla – o afterpost – siento una gran satisfacción personal. Cada uno de esas muestras ponen en juicio que la literatura es un experimento y que bajo ella debe haber un hilo profundo de eticidad.  La realidad, como dijo Lacan, es la suma de nuestras fantasías y del nuestros símbolos. Sería un desperdicio no entender el libro (el producto ) como un campo de trabajo intencionado en el que reconstruir no solo la realidad si no los conceptos mismos.  Y sería también otra desmejora no tratar de utilizar dicho esfuerzo para plantear algunas cuestiones éticas en un mundo sucumbido bajo la crisis de conciencia.



Creo que mi adicción a este tipo de libros vino con Agustín Fernández Mallo y con Vila-Matas. La trilogía Nocilla demostró que experimentar no solo era posible si no necesario. La carga de metaliteratura e incluso de hibridación de lenguajes supone elevar un grado más el arte de la escritura. Y como no, y como si,  no íbamos nosotros a seguir un rastro tan claro y emergente sobre las letras.

 En este caso ha sido Javier Calvo el responsable de mi indagación. Ha escrito un genial libro de relatos dignos de la generación nocilla de la que es miembro. Su obra es Soumenlinna. Un nombre interesante.  En su trabajo he encontrado a una adolescente problemática que ha cometido un crimen racista y que acaba de salir del correccional. En torno a ella aparece el entramado de su mundo. Si debo decirlo todo, un mundo lleno de entresijos. Las personas que la rodean tienen muchas peculiaridades tan cálidas como desagradables. Forman un laberinto psíquico lleno de síntomas y subterfugios. Y todo este universo está descrito con una genial traza de estilo. Javier Calvo ha ofrecido una marca narrativa que conduce muy bien hacia todas las concavidades. Además, tiene una excelente manera describir los escenarios. Sobre todo tiene  la vendible sensación de que lo dicho es muy coherente.
La localización de la historia me sorprende mucho, lo reconozco: la isla de Soumenlinna ( Se encuentra en algún lugar del Mar Báltico frente a la costa de Finlandia. O tal vez no, pienso.) Pero hay algo que me asombra aún más: su obra no es solo una historia. A mi juicio es otra cosa. No se dan elementos simbólicos en el libro, ni alegorías del mundo real. Es justo al contrario: lo real, el mundo, es la metáfora de la historia.  Esto es la paradoja hermosa que debéis descubrir. O no. Quizás lo mejor sea disfrutar a pesar de no comprenderlo.
Para finalizar, diré, que en el último momento de la lectura una imagen cierra el contenido: la hibridación de lenguajes certifica el desenlace final.

Antonio Guerrero es Diplomado en Relaciones Laborales. (U.H.U.) y Estudiante de  Filosofía. UNED. Almería.  

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