SINCERIDAD QUE EMOCIONA
(SOBRE PASQUINES, DE JOSÉ L. CAMPAL)
Reseña de Isabel Marina
Todos los que tenemos una edad hemos comprendido que, en cierto sentido, somos esclavos, que no es muy grande nuestra capacidad de acción y de elección en un mundo injusto. Sin embargo, para todos aquellos que escribimos hay un ámbito donde aún es posible ser libres: la palabra.
Pasquines (PiEdiciones, 2017) emociona porque es una expresión de libertad de pensamiento hasta sus últimas consecuencias. Plantea el poemario de José L. Campal (Asturias, 1965) una descripción dura y realista de nuestra sociedad, que recuerda mucho a las escenas primeras de Metrópolis, de Fritz Lang. Ese cambio de turno de los trabajadores en que se muestra la alienación a la que el progreso tecnológico ha condenado a los obreros impresiona aún en nuestros días, cuando han pasado nada más y nada menos que noventa años. Es la nuestra una sociedad deshumanizada todavía, en la que Campal levanta su palabra con coraje.
La poesía ayuda a desvelar el corazón humano, tiene mucho de revelación, y en el caso que nos ocupa tiene, además, mucho de rebeldía. Los versos de Campal nos revelan un mundo de esclavos, en el que seguimos siendo piezas de un engranaje del que todos participamos: este capitalismo salvaje que nos engaña haciéndonos creer que somos libres. Ya que no podemos cambiar el mundo, al menos sí podemos alzarnos contra él, rebelarnos por escrito, y así el poeta dedica este libro, con valentía, «contra quienes juegan sucio aposta». El pensamiento y la escritura en libertad entrañan para Campal también una gran responsabilidad: ejercer la memoria, pues, en un mundo donde tantas cosas nos matan, él sabe que lo que más mata es el olvido.
Es la de Pasquines una poesía que no evade, sino que enfrenta al lector con la realidad, lo que subyace y no queremos ver, llamando a las cosas por su nombre: «Me aturde y desconcierta / que no veáis la cruda realidad / de este inmenso vertedero / en el que chapoteáis sin creéroslo / y donde triunfan lo feroz y lo mediocre». Es la de Pasquines una sinceridad que emociona, una poesía que se pone siempre del lado de la víctima. La extrañeza del poeta ante la sociedad hipócrita en la que vivimos le inspiran versos reveladores de sus íntimos sentimientos, en los que podemos, una vez más, sentirnos reflejados: «En la calle me tropiezo con los amigos / y hay días interminables en que sus saludos / me recuerdan vagamente mi cita con el psiquiatra». Y muestran el dolor por una patria que decepciona: «No nos merecerás jamás, / españanuestradeldesastre». El poder de la poesía para establecer el verdadero sentido de las cosas, el significado certero: «Compra sin que te importe lo que te dan, / cómo te lo dan y contra quién te lo dan, / cómprale al capitalismo otro cadáver más / con que seguir alimentando su sífilis galopante.»
Estos Pasquines no son anónimos, sino versos muy sentidos con los que el autor nos desvela, con belleza y honestidad, su concepción del mundo. Una poesía que ayuda a desvelar aquello que está en sombra en nuestro corazón, en nuestra vida cotidiana.
Estos Pasquines no son anónimos, sino versos muy sentidos con los que el autor nos desvela, con belleza y honestidad, su concepción del mundo. Una poesía que ayuda a desvelar aquello que está en sombra en nuestro corazón, en nuestra vida cotidiana.